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La pandemia modifica y multiplica el trabajo de los Comités de Ética de la Investigación

​Concepción Martín Arribas y Fernando García López, del CEI del ISCIII, y Raquel Yotti, directora del Instituto, en un momento de sus intervenciones en las jornadas, que se han celebrado online.

Este miércoles han concluido las VII Jornadas de Aspectos Éticos de la Investigación Biomédica, organizadas por el Comité de Ética en la Investigación (CEI) del ISCIII, que este año han tenido como tema central 'Los retos de la nueva normalidad: la investigación y los CEI en tiempos de pandemia'. 

Fernando García López, presidente del CEI del ISCIII, y Concepción Martín Arribas, secretaria del CEI y coorganizadora de las jornadas, explican que 2020 está siendo un auténtico reto para el funcionamiento de los comités de ética, que son los encargados de velar por que cada investigación aprobada y desarrollada cumpla con los requisitos éticos necesarios para que la ciencia mantenga siempre su integridad. "En investigación no vale todo, y ese principio, por supuesto, se está manteniendo este año con más motivo", señalan. 

A lo largo de dos días, las jornadas han debatido en torno al papel de la ética en las crisis de salud pública; el control y protección de datos durante la pandemia; el manejo y uso de las muestras biológicas; los cambios en la actividad investigadora y su regulación; el aumento de publicaciones científicas y su impacto, y la gestión del consentimiento informado en situaciones de urgencia, entre otras cuestiones. La directora del ISCIII, Raquel Yotti, inauguró las jornadas, que han contado con casi 300 personas inscritas, casi el triple de la asistencia que tuvieron el año pasado. 

"Los CEI han modificado su procedimiento de trabajo este año", señalan García López y Martín Arribas: "Cambian las formas y los plazos, pero no la seguridad con la que trabajan". Desde los primeros meses de 2020 los proyectos de investigación, con gran protagonismo de la COVID-19, se han multiplicado, lo que ha obligado a los CEI "a analizar y evaluar muchas más propuestas, a agilizar plazos dada la urgencia de la situación… en definitiva, a trabajar más, de manera diferente y con mayor rapidez". 

Proyectos menos maduros y consentimientos verbales 


La carga de trabajo y las especiales necesidades de la investigación este año han derivado en nuevos procedimientos. Un ejemplo se ha dado, en ocasiones, en los consentimientos informados, el documento que firman las personas o pacientes que van a participar en una investigación o ensayo clínico, y que garantiza que expresan voluntariamente su intención de participar y que conocen y comprenden la información relativa al proceso: "En algunos casos se han aceptado consentimientos informados verbales, con la ayuda de testigos, porque el aislamiento dificultaba el procedimiento clásico". También se han tenido que aprobar "proyectos de investigación apropiados pero algo menos maduros de lo normal, lo que implica cambios en la manera de evaluarlos". 

En todo caso, la salvaguarda de la ética de la investigación está por encima de todo: "Es algo que no podemos pasar nunca por alto. Hay cosas con las que no se puede transigir y la integridad científica es una de ellas; aunque se hayan cambiado cosas, y se hayan hecho otras nuevas o de manera acelerada, los principios básicos de la ética siempre tienen que respetarse. No se está haciendo lo que no debe hacerse", concluyen. 

Participantes 


A lo largo de los dos días de las jornadas, han participado José Antonio Seoane Rodríguez, de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Coruña; Jesús Rubí Navarrete, de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD); Montserrat Torá Barnadas, del biobanco del Hospital del Mar, en Barcelona; Itziar de Lecuona Ramírez, de la Comisión de Bioética de la Universidad de Barcelona y del Comité de Bioética de la Universidad Politécnica de Cataluña; Bernabé Robles del Olmo, del CEI del Parc Sanitari Sant Joan de Deu, en Barcelona; Milagros Alonso Martínez, del CEI del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, también en Barcelona; Cristina Avendaño Solá, del Servicio Farmacología Clínica del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, en Madrid; y Carmen García Carreras y Antonio Quesada Navidad, del CEI del ISCIII.