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El ISCIII continúa su colaboración con la Red de Canarias en la vigilancia de la calidad del aire en el volcán de La Palma

Imagen de las coladas de lava en su llegada al mar, donde forman las llamadas fajanas. En este proceso se genera ácido clorhídrico, cuyos niveles hay que vigilar por sus posibles efectos sobre la salud.


El Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) lleva realizando desde principios de octubre en las inmediaciones del nuevo volcán de La Palma las mediciones de aquellos contaminantes atmosféricos que complementan las determinaciones en tiempo real realizadas por la propia Red De Control y Vigilancia de Calidad de la Aire de Canarias. Concretamente, se está midiendo las concentraciones de ácido clorhídrico (HCl), las partículas torácicas (PM10) y respirables de alto riesgo (PM2,5) y su composición en carbono orgánico, carbono elemental y diversos metales pesados (plomo, cadmio, arsénico, níquel, cromo, cobre, zinc, cobalto, hierro, selenio, magnesio y mercurio). 

El HCl, en altas concentraciones, está ligado, a daños oculares y en la piel y un incremento en la dificultad de la función respiratoria. Por otro lado, la importancia de las PM2,5 radica en que presentan un tamaño tan pequeño que pueden alcanzar los alveolos pulmonares, penetrar en el torrente sanguíneo y llegar a distintos órganos (corazón, hígado, cerebro, etc.), en los que pueden llegar a causar daños dependiendo de la exposición y las concentraciones. Estas mediciones permiten evaluar el potencial impacto en salud y establecer, si fuera necesario, medidas de protección de la población a medio y largo plazo. 

Últimos datos


Las mediciones realizadas en las últimas semanas revelan que las determinaciones de ácido clorhídrico (HCl), realizadas en zonas urbanas en las cercanías de las fajanas (terrenos llanos formados por la lava desprendida) que generan las coladas del volcán al entrar en contacto con el mar, están por debajo del valor objetivo de 24 h legislado de 50 µg/m3, es decir, el estipulado como límite a partir del cual puede haber riesgo. Sin embargo, debido a una mayor actividad volcánica, las concentraciones han aumentado en 3 de los 5 puntos de la zona de Puerto Naos, más cercanos a la playa de los Guirres, llegando en ocasiones hasta los 25 µg/m3.

Al igual que las primeras mediciones realizadas en las proximidades del volcán durante la primera quincena de octubre, las cifras del resto de las localizaciones se sitúan por debajo de 10 µg/m3. Este aumento registrado en las últimas fechas se debe a a la llegada de la colada al mar, lo que supuso un crecimiento de la fajana en esa zona que invadió la propia playa. Pese a que los niveles siguen bajos y sin riesgo para la salud, se ha decidido aumentar las campañas de toma de muestras de HCl a dos por semana para hacer un seguimiento más exhaustivo de la situación. 


​Saúl García, responsable del Área de Contaminación Atmosférica del Centro Nacional de Sanidad Ambiental, explica la labor del centro en La Palma.



Por otro lado, se han determinado los niveles de metales pesados asociados a partículas respirables de alto riesgo (PM2,5), en la zona de los Llanos de Aridane, al ser otro de los contaminantes ambientales relacionados con la actividad del volcán. Los resultados indican que los valores obtenidos también son bajos y estarían por debajo de los niveles considerados de riesgo para la salud de las personas. 

Además, el CNSA está analizando las concentraciones de carbono orgánico y carbono elemental de las citadas partículas; en los ensayos realizados en las muestras de Los Llanos los valores son similares a los medidos en estaciones de la Red Nacional De Fondo de la Contaminación Atmosférica (EMEP/VAG/CAMP) o ciudades con niveles bajos de contaminación. Pese a estos indicadores que muestras un control de los riesgos para la salud, la vigilancia se mantendrá regularmente, ya que existe cierta incertidumbre en cuanto a posibles aumentos puntuales de los niveles de HCl y partículas PM10 y PM2,5. 

También se está estudiando el establecimiento de una nueva red de captadores pasivos de contaminantes (en unos 60 puntos de la isla) para medir la distribución geográfica de las concentraciones de dióxido de azufre (SO2). Estos análisis medirían el riesgo sobre la salud de la población en el momento que las emisiones del volcán sean menos intensas y se produzca una posible distribución de contaminantes a baja altura que se extienda por toda la isla. En la actualidad las concentraciones de SO2 se están vigilando con las mediciones de los equipos automáticos de la propia Red de Calidad del Aire de la Isla. 

¿Qué riesgos pueden presentar estos contaminantes? 


Las partículas aéreas contaminantes que por su tamaño y comportamiento aerodinámico atraviesan las mucosas de la garganta y/o nariz y entran en el sistema respiratorio se definen como PM10 (fracción torácica) y PM2,5 (respirables de alto riesgo). Estas fracciones poseen un poder de penetración pulmonar y pueden alcanzar tanto las vías altas respiratorias/bronquios como bronquiolos/alveolos pulmonares, lo que puede llegar a suponer un riesgo para la salud si alcanzan el torrente sanguíneo. En el caso de las erupciones volcánicas estas partículas emitidas llevan incorporados metales pesados potencialmente tóxicos. 

Tanto las PM10 como las PM 2,5 están también enriquecidas con carbono elemental, cada vez más reportado como uno de los principales causantes de efectos pulmonares adversos. Los efectos más graves varían desde daños pulmonares a incrementos en el uso de broncodilatadores, ingresos en Urgencias e incremento del riesgo de mortalidad. 

Con respecto al ácido clorhídrico, se genera cuando las coladas de lava entran en contacto con el agua del océano por la descomposición de la sal marina, principalmente cloruro de sodio. En altas concentraciones puede causar, entre otros, daños en la piel y en el sistema respiratorio. En cuanto al dióxido de azufre, si se respira en concentraciones elevadas puede generar dificultad para respirar, inflamación de las vías respiratorias e irritación ocular, entre otros riesgos. 

Por supuesto, todos estos riesgos con potenciales y dependen de las concentraciones. Más allá de los posibles riesgos y/o efectos sobre la salud, realizar este tipo de mediciones ofrecerá más información sobre las consecuencias de este tipo de erupción volcánica, ayudando a adoptar las medidas preventivas necesarias para proteger a la población expuesta, ofreciendo base para posibles episodios futuros.

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